01 abril, 2007

Cicuta.

Al ponerse el sol, el carcelero le llevó la cicuta. Sócrates la bebió con calma. Todos los asistentes lloraban, hasta el carcelero. Pronto sintió Sócrates que las piernas se le ponían tiesas. Dijo, sonriendo a uno de sus discípulos; "Debemos sacrificar un gallo a Asclepios, no olvides satisfacer esta deuda".
Murió un momento después (399 a.C.)

No hay comentarios.: