29 enero, 2007



Construyendo escaleras de los árboles caídos...



28 enero, 2007

Adorazul

Brisa suave... casi ni movía los cabellos, pero se sentía agradable en las mejillas. Era el mismo mundo de todos los días, pero nuevo, inexplorado y esperando. En el aire flotaban pequeñas partículas de algas fosforescentes que envolvían todo en una niebla luminosa apenas perceptible.

Las pisadas sonaban junto con las olas. Las olas jugaban lejos, violentas y delicadas, tras kilómetros de arena lamida y húmeda, y eternamente plana. En la orilla se amontonaban los naranjos urbanos y en el horizonte se desparramaba la luna entre toda la espuma plateada. Y todo era azul. Incluso la luna.

Todo el oxígeno junto en un solo lugar, deliciosamente tóxico.

Tantos días mirando por la ventana, sin atreverme a caminar por el agua. Tantos días sin ver, con un velo de frustración nublándome las retinas, tapándome las narices, amarrándome los tobillos. Y todo lo que necesitaba para despertar un rato estaba allí, literalmente a la vulta de la esquina.


No quiero volver a quedarme dormida.

26 enero, 2007


Crear sinfonías enteras tras las pestañas y olvidarlas en un segundo. Me pregunto cuándo se volvió aburrido hablar de valores.

Entre invisible y una sombra, dibujando con papeles rotos, imaginando las líneas de lo que quiero enseñar a los que vengan desde mí, escogiendo estar a medias. Hacer canciones que no sirven porque se vuelan, demasiado livianas para dejar siquiera una huella, debería ser un arte también. Los que difaman y los que que desde adentro también pueden hacer cambios.

Cuando no te sumerges en púrpura las ideas pierden un poco el sentido. Y darse cuenta de lo que sale cuando uno habla, lo que pensaba que ya no creía, que ya no existía, permaneciendo ahí inmutable, entero, perfecto, para salir como perfume, es un momento casi mágico.


A las verdades no las puede matar ninguna pena.

23 enero, 2007

El día D

Hasta que llegó el día en que me convertí en la piedra de las lentejas...

No sé si merezco perder mis espacios. Karma....

Exedente, así me siento. Totalmente fuera de lugar, sobrando en un espacio que ya no es mío, o que nunca fue mío. No sé si arrancar lo más lejos posible o simplemente hacer lo que hecho estos últimos días, esperar que pasen las horas tirada en mi cama mirando al techo y tratando de no pensar. Tres semanas es mucho tiempo...


Sólo espero que esto valga, es decir, que funcione, que seas feliz.

No hay nada más que se pueda hacer. Te regalo todo lo que tengo ahora, mi silencio y mi ausencia. Si me toca desaparecer de a poco lo haré discretamente, total, no hay dolor que dure para siempre, o al que uno no pueda acostumbrarse.

Aprovecha lo que te doy y olvídate de lo demás.

16 enero, 2007

Buscando...

Supongo que en la vida nos toca ser objetos de vez en cuando. Sólo espero que ser objeto sirva de algo...

Busco ganarle a la pena, a la sensación de abandono y a todo lo que no me deja cortar las amarras que yo misma me puse en las muñecas. Busco dejar de sentirme culpable.

Supongo que a todos nos toca pelear estas batallas. No quiero quedar fosilizada. Quiero que lo que tengo para derramar se acabe pronto, que salga por los ojos, por las manos o por la boca, pero que salga y me deje la paz, el silencio.

Recoger pedazos no es fácil. Encontrarlos todos y volver a construir tampoco. Pero se puede...vamos que se puede.

Hablándole a lo que queda de mi....para que no se seque.

11 enero, 2007

"Cuando alguien busca, a menudo ocurre que sus ojos sólo ven aquello que andan buscando, y ya no logra encontrar nada ni se vuelve receptivo a nada porque sólo piensa en lo que busca, porque tiene un objetivo y está obsesionado por él. Buscar significa tener un objetivo. Pero encontrar significa ser libre, estar abierto, no tener un fin."



De "Siddhartha" de Herman Hesse.

09 enero, 2007

Ella


Cuando murió mi abuela, mi primera reacción fue de incredulidad. Después entendí y viví un duelo entero en un milisegundo. Tragué saliva y vino la paz. Así de simple.

Ella era una comadrona estoica de rasgos duros, ahorrativa y calculadora, católica rigurosa, y, hasta el final de sus días, madre de sus siete hijos. Porque su casa estaba siempre abierta, al igual que su enjuto monedero, cuando la necesidad de uno de sus vástagos o de sus numerosos nietos lo exigía.

Profesora de inglés, cantante de ópera olvidada, tocaba el piano y cuidaba en casa los pasos aún más gastados de sus padres. Sus estandartes eran una paciencia infinita y una piel curtida que resistía las peores adversidades.

No fue hasta que murió que me di cuenta lo mucho que la admiraba. Claro, para comprender sus frugalidades, a veces extremas, su respeto heredado por su marido, que gustaba de traer a la casa cosas del mar para que se secaran al sol de las terrazas y exhalaran su aroma pecaminoso de mariscos descompuestos, su paciencia exasperante con los niños de faldas de treinticinco años que aún no lograban despegarse del nido; su ausencia total de consumismo y la prudencia inseparable de cada acto de su vida; para entender todas esas cosas, necesitaba ser un poco más mujer.

Y la vida quiso que ese fenómeno casi milagroso del esclarecimiento de la conciencia sucediera en el exacto momento de su muerte.

Fue ahí cuando entendí cada regalo suyo para cada uno de sus más de veinte nietos cada una de las navidades y cumpleaños, cuando supe por el porqué de las tantas habitaciones de su casa, con más de una cama en cada una, su capacidad de reunir una familia enorme con su sola palabra y sentarlos a todos juntos, agazapados, en su mesa.

Su funeral fue multitudinario. Y tengo que decir que hasta el día de hoy, su muerte no me provocó ninguna lágrima. Porque murió como una heroína, satisfecha de haber terminado cada uno de los asuntos de su vida, segura de haber transmitido todo lo que la vida le había pedido, dejando todo en regla, funcionando.....

Ahora más que nunca la llevo en el pecho, discretamente guardada, para que me susurre al oído alguna palabra cuando la necesite, para regocijarme descubriendo la mujer soñadora y enérgica que mis ojos de niña no podían ver, más viva de lo que nunca estuvo para mí.

Para encontrar los millones de cosas que hay en mí y que aprendí de ella.



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Este relato lo escribí hace tiempo, pero no lo había publicado, tal vez porque en ese momento todavía rozaba la intimidad del duelo. Pero ahora está aquí, para compartirlo, porque quiero que ella se vuelva velo y me inunde por un rato, en estos momentos donde su sabiduría haría mi vida mucho más simple.

06 enero, 2007

La Hora Azul

Imagina de qué color se ven mis manos, ahora, en esta hora.

Cuando cantan, cuando empieza todo...cuando no se puede decir otra cosa. Palabras azules en mi cielo azul, que se gastan aunque no las use, que se pierden silenciadas en alguna parte de las ausencias presentes.

En un segundo lo siento todo, lo que provoca, lo que fabrica la indiferencia desinteresada. O la brisa, o la danza, o los pies descalzos en la arena. Incluso lo que murmullan las matrices de los alienígenas...y lo que hace aquello que no se dice.

Segundos del color de las venas, que se secan entre tanto silencio.

01 enero, 2007

Fragmentos

Cuesta entender cómo en un segundo somos capaces de destruir todo lo que hemos construido.

Cuesta aceptar que las cosas están rotas.

Cuesta empezar denuevo...recoger los pedazos.

Pero creo que de eso se trata.