26 enero, 2007


Crear sinfonías enteras tras las pestañas y olvidarlas en un segundo. Me pregunto cuándo se volvió aburrido hablar de valores.

Entre invisible y una sombra, dibujando con papeles rotos, imaginando las líneas de lo que quiero enseñar a los que vengan desde mí, escogiendo estar a medias. Hacer canciones que no sirven porque se vuelan, demasiado livianas para dejar siquiera una huella, debería ser un arte también. Los que difaman y los que que desde adentro también pueden hacer cambios.

Cuando no te sumerges en púrpura las ideas pierden un poco el sentido. Y darse cuenta de lo que sale cuando uno habla, lo que pensaba que ya no creía, que ya no existía, permaneciendo ahí inmutable, entero, perfecto, para salir como perfume, es un momento casi mágico.


A las verdades no las puede matar ninguna pena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Auxilio, me han robado mi ser!
lo olvidé en el tiempo
se me quedó en el futuro
y no lo recuerdo