28 enero, 2007

Adorazul

Brisa suave... casi ni movía los cabellos, pero se sentía agradable en las mejillas. Era el mismo mundo de todos los días, pero nuevo, inexplorado y esperando. En el aire flotaban pequeñas partículas de algas fosforescentes que envolvían todo en una niebla luminosa apenas perceptible.

Las pisadas sonaban junto con las olas. Las olas jugaban lejos, violentas y delicadas, tras kilómetros de arena lamida y húmeda, y eternamente plana. En la orilla se amontonaban los naranjos urbanos y en el horizonte se desparramaba la luna entre toda la espuma plateada. Y todo era azul. Incluso la luna.

Todo el oxígeno junto en un solo lugar, deliciosamente tóxico.

Tantos días mirando por la ventana, sin atreverme a caminar por el agua. Tantos días sin ver, con un velo de frustración nublándome las retinas, tapándome las narices, amarrándome los tobillos. Y todo lo que necesitaba para despertar un rato estaba allí, literalmente a la vulta de la esquina.


No quiero volver a quedarme dormida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

literalmente:
"a la vuelta de la esquina"

y yo le dí dos vueltas a su texto

bueno caí de casualidad en su blog
y voy a jugar un poco con su texto

(si no le importa,
y si le importa, lo borra
y nunca nos vimos)

en el aire flotaban
pisadas luminosas

una niebla húmeda
eternamente se amontonaba sobre ahora

y todo era de una toxicidad deliciosa

y la ventana era una retina que divagaba

un saludo