03 diciembre, 2006

Lib II




De pronto estoy flotando en ese espacio cómodo y mío. La certeza de sentir que lo encontraste, aunque sea por un segundo.

Todo se vuelve fácil porque lo único que existe es el placer de hacerlo, de sentirlo crecer y derramarse, esparcirse a travez y alrededor, en todas las direcciones sin dejar de ser propio, privado y mío.

Nada más. Sólo tú y nosotros. Vibrando en la piel y los oídos. Desordenandome el cabello. Sudando. Creciendo infinitamente y encogiéndose hasta el susurro. Piel y saliva, carne, huesos y lo que llevo dentro. Para mí, sólo para mí, íntimo y aterradoramente exquisito.


Y seis más, cada uno privado y colectivo para hacerlo todo en treinta minutos de azul.



Te encontré, luciernaga escurridiza, Lilia me lo dijo anoche mientras se aferraba a mi cuello.
Ahora sólo hay que avanzar.

No hay comentarios.: